jueves, 25 de marzo de 2010

Vientos


Viento que sopla que me trae la brisa
el polvo, la dulzura matinal,
el fresco atardecer y la melancolía
de los árboles quejosos en las veredas de la tierra,
Viento que sopla con ardor o
con ternura de manos ajenas a la realidad,
o como frío que entumece mis huesos,
huesos que algún día ya no tronaran,
que con el vaivén del viento
se estremecieron alguna vez
Viento que trae la calidez de esos días
en que hay hojas llevadas por él,
como no amar el viento que te trae
en su cantar de silbidos entre riscos y colinas
un embrujador sentimiento de paz,
o convertido en el susurro que golpea mi ventana al anochecer.
Me muevo con su danza inmaculada de pequeños torbellinos,
me golpea la cara para decirme que lo sienta,
es tan simple como la nada,
pero es tan puro como la verdad.
Y es de esta forma en el que amo al viento,
por ser y no ser,
por su simpleza y su grandeza que me envuelve y me despierta.